Yo fuí jardinero....

Fuí jardinero de prestigio en los jardines zen de uno de aquellos emperadores. Una vez, terminadas mis labores, llamé al emperador para que contemplara su jardín. “Te felicito. Es el más hermoso de los que he visto y esa roca es la más bella de todas”, sentenció el monarca. Al instante, cogí la piedra señalada por el emperador, la saqué del jardín y la tiré al mar. Entonces le expliqué a mi señor: “Ahora todo está perfecto y el jardín puede contemplarse en armonía. Un jardín, como la vida, tiene que ser visto en su totalidad. Si nos detenemos en la belleza del detalle, el resto nos parecerá demasiado feo”. A partir de ahí me desterraron. A él, sólo le gustaba una roca.

Hoy, sólo trabajo jardines con pajarillos.